Por fin después de semana y media de agonía en mi solitario e humilde hogar, eh de regresar al CETI, (wiiii), ya me estaban saliendo callos en el trasero por mantenerme siempre inerte frente al computador, y la verdad yo pienso que la mayoría de los cetianos deberían de estar igual que yo (tal vez no con callos en el trasero pero si muy felices y llenos de energía), y lo mejor de todo es que veré a mi amor platónico!, así es.

Bueno en fin, al parecer no morimos todos antes del 6 de mayo y eso me pone muy feliz, podre ir al CETI un día mas, a ver a mis muy amados profesores irradiando conocimiento a diestra y siniestra por todo el plantel, y yo como todo buen cetiano, prometo escucharlos y respetarlos por una semana, después de eso, los ignorare olímpicamente por el resto del semestre, y juro hablar mal de ellos a sus espaldas por lo menos una ves al día de lunes a viernes (los sábados y domingos descanso…….. siempre y cuando no dejen tarea), también me encontrare con mis compinches de desmadre llenos de influenza por contagiarme, además (muy probablemente), con chistes matemáticos nuevos, de esos que solo un buen cetiano con experiencia sabe valorar como a un riquísimo muffin bañado en chocolate de esos que vende “Doña muffin”.

La verdad es que extraño mucho la comida del “tianguis de atrás”, la comida de mi madre no tiene ese toque de sabor a mugrita procedente de tantos billetes que pasan por las manos de los autores de tales obras culinarias, un buen ejemplo de esto son los tacos de ardilla, si, esos mismos tacos que solo son para jóvenes emprendedores y aventurados de estómagos fuertes, capaces a resistir cualquier irritación estomacal producida por la carne de ardilla, eso si, saben riquísimos la verdad, y mas por que cocinan al gusto: “taquero—mas sal amigo??, comensal cetiano—pero por supuesto, (entonces el taquero alza una de sus prominentes manos y la lleva directamente hacia unas cuantas gotas de sudor que residían en su frente, luego con suma brusquedad pero sin perder la compostura las hace caer grácilmente en la plancha. acto seguido — se escucha un “tsztszzzzzz”), ok, tal ves estoy exagerando un poco pero tengo a mi buen amigo Omega para respaldarme.

Muy bien con esto termino y les deseo un muy feliz regreso al reclusorio CETI.

Hasta pronto.